martes, 29 de marzo de 2011

Cambio *


Hace cuatro meses atrás, quien escribía estas columnas era yo, Carolina, una alumna del secundario. Si bien quien les habla sigue siendo la misma adolescente de 18 años, algo de mi “perfil” cambió, y es que ya dejé atrás una gran etapa: El colegio.

Me egresé de un colegio privado en Noviembre del año pasado y, al egresar cerré una puerta, pero me encontré con que había otra que abrir, y empezar de nuevo. Pero esta vez empezar, por decisión propia, a elegir una carrera que a mi me guste, que vaya con mi personalidad, con mi forma de ser. Estudiar porque yo, y solamente yo, soy quien quiere superarse, porque quiero saber y conocer más aquellas cosas que me interesan y no porque mi obligación sea hacerlo.

Dicen que el cambio es complicado, que cuesta adaptarse a esta nueva “vida universitaria”, pero nadie me dijo que estudiar una carrera universitaria era imposible. Me anoté en la Universidad de Buenos Aires (UBA), en la carrera de Administración de Empresas. Hasta hace unos días estuve cursando una nivelación opcional en matemática y pude adaptarme a lo que será mi nuevo lugar de estudio. Pasé de: siempre ver a las mismas personas a ver miles de caras y colores, ya no el típico uniforme azul que me caracterizó por muchos años, si no a cada uno vestido a su manera. Me encontré con que en la clase podés levantarte e irte sin pedir permiso (cosa que en el colegio no podría haberlo hecho jamás); que cada alumno se hace responsable de sus estudios.

El hecho de tener comentarios de todo el mundo, complicó un poco las cosas. “Que la UBA no es para vos”; “pero si esa carrera casi no tiene salida laboral”; “vos das para mucho más, metete en una de las carreras complicadas”… Todo el que te quiere trata de que elijas lo mejor y muchas veces te exigen de más. Gracias a Dios, en mi casa siempre respetaron mi elección y nunca me sentí presionada. Eso me parece algo realmente importante.

Es una nueva etapa, de muchos cambios, donde uno empieza a valorar el estudio, a darse cuenta de lo importante que es hoy en día tener un título, y también de que ya nadie va a estar persiguiéndote como en las épocas de colegio diciéndote que estudies, que te acuestes temprano o que hagas la tarea; en la facultad no hay un preceptor que te rete por no ir a clases, o por estar comiendo mientras el profesor habla. En la facultad cada uno es responsable de lo que hace o de lo que deja de hacer, y ese es el gran cambio, el dejar de depender de alguien, para depender de uno mismo.

* Esta nota pertenece a la Columna Juvenil que escribe Carolina Lera para el diario Las Cosas del Decir

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