martes, 21 de julio de 2009

"Al que madruga Dios lo ayuda"

¿ Será porque el buen trabajador de la edad media se levantaba con el primer grito del gallo y a Dios le encantan los animales? ¿Será porque el sueño y la modorra es de persona haragana, y esto a Dios le molesta? ¿Será porque la pereza está dentro de los siete pecados capitales y Dios tiene asuntos pendientes con el diablo?.
La respuesta a estos interrogantes no ha sido develada aun.
Lo cierto es que el día tiene 24 horas de las cuales siete aproximadamente son de sueño, entonces restan diecisiete horas de actividad. ¿Para qué queremos mas?
También es cierto que los que madrugan, y cuando hablamos de madrugar nos estamos refiriendo al momento en que la aguja del reloj cae en el número seis aproximadamente, aprovechan mas el día. Pero, por otro lado, es cierto que a media mañana sus actividades han cesado, ya no tienen otra cosa que hacer mas que visitar a la vecina (que está en iguales condiciones), ir prendiendo el horno para preparar el almuerzo o mirar Mariana de Casa.
Por otro lado, el que madruga .... duerme luego una larga siesta entre las dos y las cinco de la tarde.
¿No duermen entonces la misma cantidad de horas el que madruga y duerme siesta que el que no madruga y se levanta a media mañana?. Claro que la diferencia estaría en que a este último Dios no lo ayuda...
Para argumentar a mi favor a los dichos me remito: “no por mucho madrugar amanece mas temprano”.
Creo que está bastante claro: el tiempo corre, el tiempo son las agujas del reloj bailando en la pared. Por mas que nuestra ansiedad de comenzar el día nos levante a las seis de la mañana el sol no saldrá hasta las ocho. El tiempo no se adecua a nuestros hechos. No va a nuestro ritmo, no sigue nuestros pasos.
Todo lo contrario el hombre debe adecuarse al tiempo del tiempo. Entonces ¿para qué levantarnos antes que el Sol?
En la madrugada todavía no se han filtrado los primeros rayos de luz, no se huele en la atmósfera el pan recién horneado o (aun mejor) las tostadas que prepara la madre para el desayuno. ¡¡A esa hora ni Dios está despierto!!
Por otra parte el silencio que invade tus oídos te envuelve en una somnolencia hipnotizadora. ¿No es esto una gran contradicción?. Es decir, levantarse bien temprano para luego caer rendido en el sueño.
Volviendo al dicho: “ al que madruga Dios lo ayuda”, y a modo de conclusión, porque ya me estoy durmiendo, cuando alguien enuncia: ¡¡Dios, que sueño que tengo!!.
¿Dios te ayuda?. No.
Sinceramente no creo que Dios ponga el despertador a las seis de la mañana para darte una mano...

2 comentarios:

  1. estanota la pergueñaste como una autodefensa
    pero... está buenísima

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  2. al que madruga... le da sueño!o al menos eso me pasa a mi. Lo que mas disfruto de los dias que amanezco temprano, es ese ratito de fiaca entre sabanas con la persona que quiero y comparto la almohada,antes de ir a trabajar. Creo que Dios o quien sea, estara contento con eso. Al menos yo si!

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