Juan Walker integraba una delegación de la empresa Arcor que fue a recibir un premio al país asiático. En el momento del sismo estaba en Tokio, en un barco, y pudo percibir el temblor. Protagonizó el intenso desplazamiento de personas por la capital japonesa y relató su experiencia y temor por la explosión nuclear ya que no se exhibían imágenes y había poca información.
0ShareEl terremoto seguido de tsunami en Japón fue la noticia más importante de la semana y sin lugar a dudas uno de los acontecimientos más importantes de los últimos años, por la magnitud de una catástrofe natural que en el país asiático no se vivía con esas dimensiones desde hace 140 años.
Allí estaba el Gerente de Producción e Ingeniería de la empresa Arcor Juan Walker, que había viajado el domingo 6 de marzo a recibir un premio a la excelencia junto a una delegación compuesta por siete argentinos (otro bonaerense oriundo de Luján y de otras provincias) y dos brasileños (audio).
Si bien estaban alojados en la ciudad de Kioto, a 550 kilómetros de la capital japonesa, al momento del sismo navegaban en un barco en medio de una excursión en el océano Pacífico, junto a unas 300 personas, en Tokio, 340 kilómetros al sur del epicentro del desastre.
El lunes por la noche regresó al país y accedió a contar lo que llamó "una experiencia de vida única". Sobre el momento preciso del terremoto, Walker relató: "Lo percibimos, íbamos arriba de un barco y vimos en ese momento cómo un puente que estaba enfrente nuestro se movía, cómo los vehículos se movían de manera importante, las columnas de iluminación… Fue realmente impactante".
El Gerente de producción de Arcor y sus compañeros fueron testigos de otras réplicas de lo que fue un terremoto de 8,9 grados en la escala de Richter y que provocó un tsunami de olas de hasta diez metros de alto, con miles de muertos y desaparecidos.
Aunque en Tokio sólo hubo temblores que no provocaron el desastre que se vivió más al norte, la situación fue tensa. "Vivimos todo el movimiento que comenzó a originarse a la hora de ocurrido todo eso en la ciudad. Se paralizaron los subtes, los trenes, los aeropuertos, pudimos participar de lo que fue un movimiento de este tipo en una ciudad tan importante como Tokio, nos empezamos a desplazar buscando hoteles, pudimos ver cómo se mueve una sociedad con una cultura muy distinta a la nuestra, y obviamente nos ha originado muchos aprendizajes", detalló.
A Walker le llamó la atención cómo "todo el mundo caminaba ordenadamente, no había gritos ni llantos; bomberos y sirenas anunciaban la situación, recomendaban tener calma".
El instante del temblor
"Cuando estábamos en el barco pudimos ver el temblor, fuimos a un templo, ya en suelo firme, y percibimos nuevamente un fuerte temblor, y cuando llegamos al ómnibus que era donde había un guía que dirigía esa excursión nos dijo que se cortó el tour, que no podíamos seguir, que hubo un tsunami hacia el norte de Tokio", contó el Gerente de Producción de Arcor.
Agregó: "Las imágenes las empezamos a recibir esa noche y al otro día empezamos a ver las imágenes más importantes, en el hall del hotel donde estábamos se veían algunas imágenes que no reflejaban la magnitud de lo que estaba ocurriendo".
Sabiéndose en buen estado, el temor mayor para los argentinos era cómo estarían viendo sus familiares aquí la situación que ellos vivían. "Nunca pensábamos demasiado en nosotros, estábamos bien, sólo veíamos movimiento humano y algún vidrio roto de un edificio, éramos parte de ese conglomerado de gente que se movía, pero no teníamos mucho miedo, digamos; las primeras imágenes no reflejaban para nada lo que en realidad había pasado. Empezamos a pensar en los nuestros en Argentina, qué sabían, cómo lo estaban viendo. Ahí afloran los sentimientos, necesitás contención y tratar de contener a los que estaban acá, llevarles tranquilidad", señaló.
Una vez sucedido el terremoto y ya en tierra firme, Walker y los suyos comenzaron a caminar entre la inmensa masa de personas que había en ese momento en la capital japonesa, que no sólo es una ciudad superpoblada sino que además impresiona por el desplazamiento de personas que van a trabajar. "Imagínense que hay gente que va a trabajar a Tokio en tren bala, son 17 vagones, cerca de 1.700 personas, cada seis minutos llega un tren bala, sólo de la zona sur", graficó.
Crisis y tranquilidad
En ese deambular por la ciudad, buscaban alguna forma de regresar a Kioto, donde estaban alojados, porque no había ómnibus, taxis, trenes o subtes. "Buscábamos un hotel, caminamos dos horas y media entre medio de toda la gente, todos los hoteles estaban ocupados por la cantidad de gente que había dando vueltas. Encontramos uno que hacía tareas de contención, te daban agua, te permitían hablar por teléfono, trataban de ubicarnos en algún otro hotel, y empezamos a dormir donde podíamos, en un sillón, una silla, el piso", detalló.
En determinado momento decidieron ir hacia la estación, porque escucharon que habían habilitado un subte. La idea era clara: "Si el problema está al norte, estamos en el medio y nuestro hotel al sur, vayamos al sur. Lo que necesitábamos era estar lejos, y después estar fuera de Japón", dijo el directivo de Arcor.
Una vez en la Kyoto Station, esperaban un tren que los llevara hasta la ciudad donde estaban alojados. "Pasamos la noche en el piso de la estación de kioto, hasta que llegó el primer tren que nos llevó y ahí respiramos un poco", narró.
"Estar lejos de Japón"
"Nos costaba imaginar lo que pasaba, no sabíamos si era normal o estábamos en el medio de una catástrofe, como en realidad sucedió. Los problemas nucleares los empezamos a percibir muy levemente, algo pescábamos por televisión, de que algo pasaba con un reactor nuclear, pero no sabíamos hasta dónde era, cuando empezó a intensificarse la comunicación dijimos: 'Lo que hay que hacer es estar lejos de Japón'", expresó Walker.
Así lo hicieron: tenían pasaje para el domingo, lo que les permitió estar el lunes en Argentina. La información que llega desde Japón habla de niveles de radiación diez veces superior a lo normal. El temor a la catástrofe nuclear es grande: "Una de las centrales nucleares está muy cerca de Tokio, está a 250 kilómetros, si lo hubiésemos sabido antes creo que nos íbamos caminando a Kioto", bromeó Walker.
Una experiencia para contar
Como bien lo dijo en muchos pasajes de la extensa entrevista, la experiencia es única: "Es muy difícil moverse en otro país con una lengua como la japonesa, aunque puedo decir que vas caminando por Japón y con cualquier persona podés comunicarte en inglés, con distintos niveles; pero eso sí, los diarios, la televisión, está todo en japonés".
Walker se siente cómodo narrando lo que vivió, y considera como un aprendizaje esos momentos, por lo que su deseo es transmitirlo: "Tengo la necesidad de contarlo, porque nosotros fuimos a buscar un premio que de alguna forma promueve la mejora continua, y cuando uno ve estas cosas en otro país y cómo se desenvuelve, trata de extrapolarlo a la sociedad en donde vive, y aparece cuánto tenemos por mejorar nosotros, por eso estoy ávido por contar la experiencia, porque de alguna forma hay que promover poder mejorar, copiar aquellas cosas que están bien".
Al día siguiente de llegar a la Argentina, Juan Walker fue a la planta de Arcor donde trabaja a llevar el premio y, sin lugar a dudas, a contar sus días en Japón, donde fue testigo directo de las repercusiones en la capital del país asiático de la peor catástrofe natural que se recuerde allí.
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