domingo, 5 de julio de 2009

“Todos son buenos en un primer momento”

Lo primero que llama la atención son los cuadros que tiene colgados en la pared, son los primeros que chocan la vista al entrar: cuadros con fotos de San Isidro: de puertas, de paredes, de casas, de veredas. Margarita Pinedo es arquitecta además de concejal por el Bloque de “Acción Vecinal San Isidro es Distinto”.
“Le doy prioridad a mi familia, después viene mi profesión”, afirma. Un marido y tres hijos varones, “que ya no viven en la casa “, la componen. Cuenta que “sufrió el síndrome del nido vacío” y que para estar casada 34 años “hace falta mucha paciencia”. Ella la tiene.
Siguiendo la lógica de su pensamiento, después de la familia se larga a hablar de su trabajo. Por su profesión de arquitecta comenzó a trabajar en la Secretaria de Obras Publicas, pero “hace cinco años Gustavo me convoco para ser concejal. Yo integro la comisión de obras publicas II y aquí llegan los proyectos que tienen que ver con el código de planeamiento urbano y de edificación”. Hay dos cosas que la identifican con su trabajo actual: “Primero me siento identificada con la gestión del intendente, me parece que Gustavo atiende mucho los problemas del vecino, la gente lo quiere. Segundo me identifica el cuerpo de trabajo del concejo en general… todos tiramos para el lado del vecino”, dice satisfecha con lo que dijo. “Yo no venia de la política y lo descubrí acá”: Ella lo llama “Gustavo” y él “Marga”.
Mujer humilde y sencilla, así se la ve. Ella agrega: “soy de bajo perfil, la calidad de una persona se demuestra con los hechos”.Sin embargo a la hora de defender un proyecto dice que “al principio me costaba pero para defender algo tengo que estar totalmente segura de lo que hago, entonces una vez que viene un proyecto a mi comisión (que lo tengo que defender), primero lo entiendo y una vez que estoy de acuerdo, lo defiendo… en eso soy muy apasionada”. Y comenta en forma de anécdota que “ya tuve dos o tres intervenciones, me salgo de la vaina es ahí cuando muestro mi carácter”, dice orgullosa de su actitud y sonríe, como alguien que ha vencido la vergüenza de la primera palabra en público.
“Al principio no sabía que iba a pasar porque era algo nuevo pero ahora estoy contenta”.Como ya es su segundo mandato dice que “ahora hablo por convencimiento, antes me parecía.”
Suena el teléfono y atiende, es su marido: “me están haciendo una entrevista, te llamo en 10 minutos”, dice mientras mira su muñeca izquierda sin reloj. Sonríe, gesticula y vuelve a sonreír después de colgar… todo es parte de este lindo juego que le toca de vida.
“Todos son buenos en un primer momento hasta que me demuestren lo contrario”.No se vale de intuiciones, o prejuicios, ni de fichas que se sacan en una primera charla… su única prenda es un sobretodo llamado “ingenuidad” que la protege de este mundo.

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