
(Agosto 2008) El General Perón y su mujer Evita, están vivos en ese despacho: vivos en imagen, en palabras y en el cuerpo de Viviana Nocito concejal por el bloque Frente para la Victoria- Partido Justicialista. Hechos carne.
“Yo pertenezco a una familia peronista: mi abuelo fue dirigente gremial, fue presidente del concejo deliberante y si bien yo no había tenido una participación activa, soy trabajadora social, siempre ejercí mi militancia desde ese lugar”, arranca y continúa: “Siempre tuve una vocación por la política, con Amieiro me acerque a este proyecto político.”
Y desde ese acercamiento han pasado años, este es su tercer mandato. Dice que lee mucho y estudia lo que tiene que ver con lo administrativo, “la lectura de los expedientes para poder tomar una postura con respecto a ellos”. Además, como todos, asiste a las comisiones pero reconoce que “ser parte del debate a veces me cuesta porque en estos años he ido perdiendo la paciencia”.
El escritorio esta atestados de papeles, de cosas y cositas. Puede vivir en ese desorden con la cabeza bien ordenada. Tiene un gran modular que la acompaña donde reposan fotos familiares, sus amigas y los representantes de su ideología. No está sola.
Está junto a su marido hace casi 20 años: tiene dos hijas una de 24 años y otra de 18 años, una producto del matrimonio de su marido y otra de su propio matrimonio.
Define a la política como “una herramienta de transformación muchas veces mal utilizada, bastardeada: los sucesivos golpes militares, la mala practica de la política lo han hecho”, y encuentra dos bandos buenos y malos, villanos y amables: “Es una lástima que haya malos políticos, pero también hay buenos políticos “, sin embargo “yo me considero dentro de este último grupo porque creo que honro mi cargo todos los días”, afirma.
Es dura con sus palabras pero eso no la convierte en irracional: “no tolero la falta de respeto y tampoco la irresponsabilidad de ocupar un cargo sin saber ni que, ni como, ni para que, no tolero que se sienten en una banca y digan “estoy aprendiendo”, eso me genera mucho rechazo”, sin embargo agrega que “es cierto que uno aprende y todos los días, pero es una responsabilidad muy grande estar sentado acá…entonces no se puede improvisar”.
La improvisación no es su aliada, no baila con la ignorancia ni suspira por la mediocridad. Es muy apasionada…así se define pero también “soy una buena persona, con mal carácter”.¿Contradicción?...no, adicción a su ideología.
“Yo pertenezco a una familia peronista: mi abuelo fue dirigente gremial, fue presidente del concejo deliberante y si bien yo no había tenido una participación activa, soy trabajadora social, siempre ejercí mi militancia desde ese lugar”, arranca y continúa: “Siempre tuve una vocación por la política, con Amieiro me acerque a este proyecto político.”
Y desde ese acercamiento han pasado años, este es su tercer mandato. Dice que lee mucho y estudia lo que tiene que ver con lo administrativo, “la lectura de los expedientes para poder tomar una postura con respecto a ellos”. Además, como todos, asiste a las comisiones pero reconoce que “ser parte del debate a veces me cuesta porque en estos años he ido perdiendo la paciencia”.
El escritorio esta atestados de papeles, de cosas y cositas. Puede vivir en ese desorden con la cabeza bien ordenada. Tiene un gran modular que la acompaña donde reposan fotos familiares, sus amigas y los representantes de su ideología. No está sola.
Está junto a su marido hace casi 20 años: tiene dos hijas una de 24 años y otra de 18 años, una producto del matrimonio de su marido y otra de su propio matrimonio.
Define a la política como “una herramienta de transformación muchas veces mal utilizada, bastardeada: los sucesivos golpes militares, la mala practica de la política lo han hecho”, y encuentra dos bandos buenos y malos, villanos y amables: “Es una lástima que haya malos políticos, pero también hay buenos políticos “, sin embargo “yo me considero dentro de este último grupo porque creo que honro mi cargo todos los días”, afirma.
Es dura con sus palabras pero eso no la convierte en irracional: “no tolero la falta de respeto y tampoco la irresponsabilidad de ocupar un cargo sin saber ni que, ni como, ni para que, no tolero que se sienten en una banca y digan “estoy aprendiendo”, eso me genera mucho rechazo”, sin embargo agrega que “es cierto que uno aprende y todos los días, pero es una responsabilidad muy grande estar sentado acá…entonces no se puede improvisar”.
La improvisación no es su aliada, no baila con la ignorancia ni suspira por la mediocridad. Es muy apasionada…así se define pero también “soy una buena persona, con mal carácter”.¿Contradicción?...no, adicción a su ideología.
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