sábado, 21 de agosto de 2010

En las malas, pero también en las buenas


Mi hermana me dijo una vez: “Las verdaderas relaciones se ven más en las buenas que en las malas”.
Todo lo contrario a lo que el sentido común dictamina. En un primer momento no coincidí, sin embargo, pasó el tiempo y comprobé las verdad es aquellas palabras.
Tengo tendencia a ejemplificar:
Murió el padre de un amigo. ¿Cómo no vas a ir al entierro? Y si esa relación ya esta “gastada”, hoy no es amigo, sino más bien le corresponde la carátula de lejano, vas igual porque tu conciencia no te lo perdonaría nunca, la culpa que se viene agarrada de la mano junto a las fotos de aquellas veces en las que él o ella estuvo…
Sin embargo no asistís a su cumpleaños, no lo felicitas por un logro, no lo llamas para navidad…estas son “las buenas”, claro, las que no dejan rastros de ningún tipo de remordimiento.
Otro caso que he vivido de cerca. De repente te encontrás en el hospital, acercándote a la yegua de tu cuñada, suegra, nuera (lo que más te guste) y preguntándole “¿Y? ¿Qué dijo el médico?¿Vos lo viste mejor a Raulcito?. Tenes mala cara, ¿Vamos a tomar un café?”
Palabras que salieron, tal vez, depuse de 5 años de silencio y otros tanto de puteadas.
¿Pero le dijiste que se de una vuelta para el bautismo del más chico? ¿La llamaste en el día de su santo? No, porque otra vez (y disculpen que sea repetitiva) esas “son las buenas”.
Mataron a Aldo Garrido en San Isidro y salimos todos a la calle a pedir justicia. Las cosas malas nos acercan, ¿Pero permanecemos a través de ellas o son efímeras?
El maravilloso cuento de Julio Cortázar, “La autopista del sur”, lo demuestra.
Son las cosas buenas las que funcionan como espejo de las verdaderas relaciones.
Por mi parte las dos son igual de importantes. Necesitamos el afecto y la compañía de nuestros seres más queridos en ambas situaciones: malas pero también buenas.

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