lunes, 12 de abril de 2010

Palabras de novela

Terminé la novela de Rosa Montero: “La hija del Caníbal”. En las últimas páginas, llegando al final, algunos párrafos en dónde me siento muy identificada. Lo comparto con ustedes.

“(…) en todas las épocas parecen ir ganando los vendedores de calabazas (un personaje capo de la mafia en la novela); pero si hacemos un esfuerzo por ver el trayecto de la Humanidad en su conjunto, es fácil apreciar la constante tensión entre lo vital y lo mortífero, entre la voluntad de entender y de depredar. La historia se ha ido construyendo sobre ese combate y pese a todo va ganando la razón y el entendimiento. Hoy, por ejemplo, la esclavitud es un concepto abominable en todo el mundo, aunque sigan existiendo esclavos clandestinos y se hayan creado otros tipos de esclavitud. Pero el concepto en sí ha sido fulminado en la conciencia social., parece poca cosa pero es un avance: porque ese acuerdo común (…) es la base de la civilización. Ya te lo he dicho antes que la palabra lo es todo para nosotros (…)”.


“Para mi esa continuidad se manifiesta en el interminable rumor de las conversaciones. En todo lo que nos decimos unos a otros los humanos, de generaciones en generaciones. Todas esas palabras que flotan en el éter desde que alguien pronunció la primera sílaba. Por eso, porque solo somos palabra, es por lo que te he estado contando mi historia a lo largo de estos últimos meses. Soy Félix el feliz, Fortuna el afortunado: he sobrevivido y tengo ochenta años, aunque llegar hasta aquí me ha llevado mucho tiempo y esfuerzo. Tantisimas horas, tantos días, tantas penalidades y emociones. Y todo eso se reduce ahora, al final de mi vida, a un montoncito de palabras que he dejado en el aire. Para no morir del todo, en fin, me he puesto en tus oídos. Que es como decir que me he puesto en tus manos.”

He elegido estos dos párrafos: primero porque tengo la esperanza de que a lo largo de la historia hayamos evolucionado, aunque el momento presente siempre dictaminen que ganan “los malos”. Segundo porque definitivamente, estoy convencida de que somos palabra…o por lo menos eso queda de nosotros cuando ya no estamos.

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