miércoles, 15 de julio de 2009

La Santa


(Nov. 2008) Cigarro en mano. Humo que pasa por delante de su cara. Voz que fuma. “Creo en Dios pero no en la suerte”, dice. Dios y la suerte no van de la mano, no cree tampoco en el destino:”Sería dejarte llevar como una hojita en el viento”. ¿En que cree Silvia Maldonado?. En uno mismo, “lo que proyectes vas a ser”, asegura.
No hicieron falta muchas preguntas en esta entrevista. La concejala por el bloque del “Ari” habla sola, se cuenta sola, y a través de lo que cuenta y de lo que habla se hace a si misma.
“Yo proyecté sobre otras personas, las iba eligiendo, vi donde estaban los talentos”, para que se entienda no es vidente sino que trabajó en muchas empresas, desde el área de personal y recursos humanos.
Pero llego un buen día en que estaba viendo televisión “y ví a la Dra Elisa Carrio con las carpetas del lavado del dinero, ella estaba en el Congreso, con unas cajas caminando por un corredor. Atrás iban los periodistas y en un momento Carrio mira a cámara y dice “sola no puedo”. Esa mirada a cámara la interpeló, traspasó la pantalla y la invitó a la acción.
Es expresiva con sus ojos, con sus manos, con su boca, su cabeza, su cuerpo.
Tuvo una relación con la mentira que le dejó un sabor amargo: “Yo le hice una mentira tonta a una persona muy amada para mi, por no querer dar toda la explicación, pero tanta omisión se transformó en mentira. Esa persona se enteró, y yo con mi adolescencia sufrí tanta vergüenza que dije nunca mas”.
El punto de la oración, siempre, es una sonrisa, por que siempre saca un aprendizaje de lo que vive.
Después de esta experiencia se pasó al otro extremo, decir la verdad crudamente. Todo su aprendizaje en esa época pasó por cómo decir siempre la verdad, aunque cueste.“Las cosas que te hacen daño no hay que guardarlas, hay que decirlas porque sino hacen daño: por eso existen los sacerdotes y los psicólogos para que la gente pueda hablar de las cosas que no dijo o sobre las cuales mintió”, dice.
Conoce a su marido desde el año 86´, tiene un hijo.
Aprendizaje por omisión: “Las grandes empresas donde trabajé, las personas que conocí, lo que aprendí allí, lo aprendí por omisión sabiendo lo que no se debía hacer y no lo que se debía. Aunque a veces no sabía cual era la mejor forma de hacer las cosas sabía cual era la peor”, confiesa.
“Hoy siento que estoy en el lugar correcto”, asegura.
Su entorno laboral le dice “La Santa”, porque trata de ser cada día mejor…

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