lunes, 25 de octubre de 2010

Al Don Pirulero


Existe un alto nivel de crispación social. De roces que se transforman en choques, de insultos que terminan a los golpes.

Se vive en cualquier ámbito la tensión que produce la falta de tolerancia y de respeto.
Un colectivero que pide rapidez a los gritos, una señora bien vestida que empuja en una fila hasta llegar a la ventanilla, un hombre que se mete en un concejo deliberante a insultar a un concejal a los gritos. Paro de docentes, paro de estatales, para de subtes, para de recolectores de basura, paro…, paro… Parar. ¿Esto es posible?

¿Es la única forma que tenemos de expresarnos los argentinos? ¿A través de los cortes y los paros? ¿A los empujones y a los gritos?

Puteadas van, puteadas vienen. Y los medios se entretienen.

Suelo bajar a los ejemplos mundanos. Situémonos: Feria de las colectividades en la plaza de San Fernando, mucha gente caminando, mucho cochecito de bebé. Una mujer, sin querer, se llevó por delante uno de ellos, pidió disculpas automáticamente. La respuesta de la madre que empujaba el coche fue: “¿Por qué no te fijas por donde caminas, pelotuda?”.

He aquí la falta de respeto al respeto. Seguramente esa madre no estaba enojada por esa situación sino que viene acumulando enojo, tal vez no esté conforme con su vida, tal vez no le alcance el sueldo para llegar a fin de mes, tal vez no comió lo suficiente en la feria y estaba con hambre. No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que si el enojo no estuviera corriendo en las venas de esa mujer, y de tantas otras personas, no hubiera salido de ella esa respuesta.

Respondo con enojo frente a una persona que me pide disculpas, respondo a los gritos cuando alguien me habla, respondo a los palos cuando las cosas no salen como yo quiero. ¿Qué es lo que vuelve de esas respuestas?
Más enojo, más intolerancia.

A la respuesta: “¿Por qué no te fijas por donde caminas, pelotuda?”; se genera otra respuesta: “Te pedí perdón! ¿O sos idiota y no me escuchas?”, y a ésta otra, y a ésta otra y otra.

Entramos todos en una cancha de frontón. Donde la pelota pica cada vez más fuerte sobre la pared, hasta que en algún rebote le pega a alguien en la cabeza y lo mata. ¿Quién es el responsable? ¿El último que golpeó la pelota? No. Esa pelota viene juntando fuerza desde hace unos cuantos golpes atrás. Somos todos responsables.

¿Quién se anima a parar la pelota y empezar otro juego? ¿Al Don Pirulero?

3 comentarios:

  1. Me autocalifiqué como una lectora ingrata hace tiempo atrás, ya que te leo, pero no comento (y siempre es lindo que los lectores comenten, es lo maravilloso del blog).
    Aquello que te inquieta da para una conversación larga, con mates de por medio, o tal vez algún té de hierbas. Pero la virtualidad no permite el mate, o lo permite a destiempo.
    El enojo circulante tiene más que ver con el miedo circulante. Pero no cualquier miedo, sino el que es lo opuesto al Amor, a aquella energía primigenia que da origen al universo. Es increíble, pero la gente elige vivir en miedo, aparentemente es más sencillo, pero la realidad es que vivir en Amor es más fácil. Requiere menos esfuerzo, genera menos tensiones, previene enfermedades... Los que viven en miedo tienden a la autodestrucción, los que viven en Amor sólo hacen eso, vivir, disfrutar, gozar, amar. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento siempre es una elección.

    La pequeña gran decisión siempre es la reacción, reaccionamos con miedo o reaccionamos con Amor?

    ResponderEliminar
  2. tengop algunas criticas constructivas sobre tu nota .....igual la gente esta en una etapa del año ....casi terminando y con muchas historias deferentes de vida y diferentes formas de accionar ante cada situacion...besos q sigas bien!

    ResponderEliminar
  3. He recorrido el blogo, me gustó la música de tu prosa. Salud

    ResponderEliminar